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Tercer temporada de Lost

La tercera temporada de Lost es la esencia del amor de pareja. Ha quedado tan lejos el oso polar, las primeras incógnitas, los subidones de adrenalina, la falta de respuestas… Todo es tan lejano y a la vez está allí, sin condiciones. La tercera temporada es una mujer madura que ya ha vivido todas las vidas y ha regresado a nosotros por elección final, por voluntad superior.
Las historias son más pequeñas y nos devuelven los sueños. Y esta vez sabemos, además, que nada es para siempre.
El último abandono no duró tres o cuatro meses, como los anteriores. Esta vez fue casi un año entero sin un nuevo episodio de Lost. Pero como dije, ya soy un experto en esperar que vuelva. Cuando me siento triste miro capítulos viejos y recuerdo los antiguos besos, las primeras caricias; o entro a los foros de Internet para escuchar a otros hacer conjeturas. Que todos están muertos y la isla es El Limbo, que se trata de un universo paralelo y el avión no cayó en este mundo, que la isla es una segunda oportunidad para seres desdichados. Que Hugo es Dios. ¡Cuántas cosas se dicen por ahí, y qué poco me importa!
Ahora que ya ha comenzado la cuarta temporada, yo estoy muy tranquilo. Sí, es verdad, he mandado las sábanas a la tintorería para que huelan mejor, y compré vajilla moderna para el desayuno, y estuve haciendo un poco de ejercicio para que, cuando ella llegue, no me vea descuidado. Pero no estoy ansioso. Ni siquiera le he preguntado a dónde ha ido en estos meses, ni por qué se mueve tanto la cabaña de Jacob, ni cuánto tiempo piensa quedarse esta vez en casa. No. No haré preguntas. Ella, a cambio de mi ingenuidad, a veces me regala polvos monumentales como el del viernes pasado.


LOST in 8:15 (Official Recap S1-S3)